LA ÚLTIMA EXHALACIÓN

Controversia por pedidos de pena de muerte en el Perú.

Perú en estos últimos años se ha sumido en un contexto de violencia. Asesinatos y violaciones son las que nos ubican en el primer lugar de la región con más delitos de esta naturaleza. ¿Cómo debe actuar la justicia frente a estos casos? ¿La voz del pueblo es siempre la voz de Dios?


¡Pena de muerte! ¡Pena de muerte!, gritaban al unísono una masa enardecida e indignada en Cajamarca. Y es que hace poco más de dos meses salió a luz la historia del “Monstruo de Cajabamba”. Un profesor acusado de violar sistemáticamente a sus alumnas de entre 6 y 12 años, las cuales se cuentan en decenas.
Me obligaba, me amenazaba con un cuchillo en mi cuello, me tocaba en mis partes, me hacía sufrir…”, narraban con mucho dolor las niñas abusadas por Luis Vásquez Da Silvade 65 años. Este hecho, desgraciadamente, nada aislado en el Perú, desató la ira de los pobladores: “Pena de muerte para este señor, porque no es posible que haga esto con nuestros niños”, “debe ser castigado por todas las rondas para que sienta dolor, porque si lo van a tener en un penal, ahí come y duerme tranquilo. Eso no es castigo para mí”, manifestaron algunos de los padres de las víctimas.
En estos días no nos resulta extraño escuchar en los medios y hasta en nuestro entorno más cercano pedidos de muerte a violadores o asesinos, ya que, según ONGs Internacionales, estos delitos estarían en aumento. Mostrándonos estadísticas alarmantes por asesinatos, que irían en aumento. En el lado más oscuro de este contexto de crímenes están las violaciones, que ubican en primer lugar al Perú con 63 545 personas violadas en el periodo que va desde el 2000 al 2009, lo que da un cálculo de 7 mil personas violadas al año y 19 violaciones al día. Cifras escalofriantes que han pedido a gritos al gobierno medidas inmediatas.
El pueblo se ha pronunciado. Piden al gobierno instaurar la pena de muerte para criminales que hayan cometido este tipo de delitos. Pero este tema es más que polémico y controversial, ya que es una problemática que cuenta con muchas aristas, puntos de vista que se encuentran y chocan entre sí.
¿Alguna persona tiene derecho de quitarle la vida a alguien? ¿El Estado la tiene?
Según el último informe de 2016 de Amnistía Internacional sobre pena de muerte, pone en relieve el alarmante aumento de las ejecuciones. Al menos 1 634 personas fueron ejecutadas en 2015.
He aquí nuestros principales antecedes internacionales:
De todas las ejecuciones registradas, según Amnistía Internacional, el 89 % se llevaron a cabo en solo tres países: Irán, Pakistán y Arabia Saudí.
Solo en Pakistán, más de 320 personas fueron enviadas a la horca en 2015. El número de personas que han sido ejecutadas en Arabia Saudí fue de al menos 158, la cifra más alta desde 1995 con un incremento del 76% en comparación con el 2014. Y por séptimo año consecutivo Estados Unidos fue el único país que aplicó la pena de muerte en la región de América, ejecutando a 28 personas.
Entonces, debemos inferir que la pena de muerte, no estaría disuadiendo a los delincuentes en estos países, dado que las ejecuciones irían en aumento, según Amnistía Internacional. Todo esto a pesar de que Estados Unidos ha registrado el menor número de ejecuciones desde 1977.
Aun así, gran número de peruanos pide a gritos, literalmente, que se aplique la pena de muerte en el Perú, sobre todo para casos de violaciones a menores.

¿Un mal necesario?

La inseguridad ciudadana en la que nos encontramos es alarmante. Según el Instituto de Integración en el Perú, el 80 % de peruanos asegura que el nivel de los delitos en el país aumentó en el último año; Según el INEI, la tasa de homicidios de 7,2 por cada 100 mil habitantes. Es esta inseguridad la que ha llevado a diversas reacciones movidas por la indignación, frustración y hasta la ira. Estas emociones pueden justificar en primera instancia la pena de muerte (como un mal necesario), pero no justifican su implementación. Ya que esto va más allá.
“No hay ningún estudio que diga que esta condena pueda disuadir al delincuente. Peor aún, quien hable de esto habla con ignorancia supina sobre cómo funciona el marco jurídico en el Perú”, dijo a El Comercio el doctor Vladimir Padilla, especialista en derecho penal de la PUCP.

Como mencione anteriormente, esto va más allá de hablar con nuestros labios con sabor a bilis y nuestros ojos inyectados de ira, hay que conocer los marcos legales y legislaciones en el Perú y moralmente hablando los parámetros de la iglesia.

El quinto mandamiento

"Hoy día la pena de muerte es inadmisible, por grave que haya sido el delito del condenado", y que "es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa".
El papa Francisco realizó estas reflexiones en una grabación enviada a los participantes del VI Congreso Mundial contra la pena de muerte. Y quizá sean estas palabras las que resuman el pensamiento de la iglesia católica sobre este tema, pero es aún más complejo que esto.
En la Biblia, se dice que esta acción está justificada en el antiguo testamento, que dice: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” (Génesis 9:6).
Entonces, ¿estamos frente a una aprobada ley del talión? ¿Tenemos la venia de la Biblia para castigar violaciones, homicidios y demás actos delincuenciales especificados en la misma?
Y cuando parece que nuestras dudas están disipadas, nos encontramos con la que podría ser una contradicción: el quinto mandamiento.
En el Éxodo, en la Biblia, nos habla de que Dios dio a la tierra una lista de mandamientos a seguir, entre ellos el quinto, que se refería al “No mataras” (Éxodo 20:13).
Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás’; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal (Mt 5, 21-22).
¿Pero que prohíbe el quinto mandamiento?
El homicidio directo y voluntario y la cooperación al mismo, el aborto directo, la eutanasia directa, el suicidio.
Pero hasta la iglesia tiene especificaciones e interpretaciones para esto. Teniendo como pensamiento bandera que solo Dios da la vida, y por lo tanto solo Dios puede quitarla, que nuestra alma es individual y personalmente creada por Dios, y es El nuestro Creador quien decide cuando se termina nuestro tiempo en la tierra.
Por lo tanto, según la iglesia, tendríamos que preservar cualquier vida humana fuese cual fuese.
La iglesia católica en el Perú también se ha pronunciado sobre el tema. El Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana está en contra de la pena de muerte. Ellos señalan que si bien la autoridad tiene derecho a aplicar la máxima condena en casos graves, incluida la pena de muerte, "la vida humana es un don de Dios, y por tanto se nos exige respetarla y protegerla desde el primer instante de su concepción hasta su término natural".

Ojo por ojo…

Esas heridas que no cicatrizan, esas vidas que quedan truncadas, infancias que quedan destruidas, esas familias que se quedan sin padres, sin hijos, sin amigos. ¿Es la venganza un hecho que le pude dar “paz “a sus almas?
Los ciudadanos peruanos, reclaman acciones represivas, rápidas y eficaces, la gran mayoría está a favor de la pena de muerte. De un castigo proporcional al delito cometido.
Carlos Fanarraga es un ciudadano peruano de a pie de 30 años.
-¿Estás de acuerdo en que se instaure la pena de muerte en el Perú?, le pregunté.
-“Pena de muerte para los violadores y los asesinos. Para ellos estoy de acuerdo con la pena de muerte, porque los que violan y salen después ya no tiene perdón para mí y los que te roban y matan por un celular tampoco tienen perdón.
- ¿Y dónde crees que quedarían los Derechos Humanos?
- Cuando ellos te matan, te violan, cuando un niño de 5 años es violado ¿Dónde están sus derechos?, me respondió con tono de indignación.
Podríamos pensar que la gente habla desde su indignación y “bronca”. Pero los jóvenes también se pronuncian y se suman a esta masa que exige la pena de muerte.
Katherine una joven universitaria de 19 años, respondió así cuando le pregunte sobre la pena de muerte:
-Creo lo más justo es que el correctivo sea proporcional al daño que se le ocasionó a la persona agraviada (…) si el crimen ha sido demasiado fuerte, es la mínima pena que se merece el criminal.
Antes de pensar defendernos con violencia y muerte, estos criminales ya nos están matando y violentando a diario y eso lo sabe bien el Sub oficial de tercera de la Comisaria de Magdalena del Mar, Jesús Ramos, a quien entreviste y dijo sin miramientos ni dudas estar de acuerdo con la pena capital: “Para mi punto de vista los violadores, extorsionadores y sicarios deberían ser condenados con la pena de muerte, esas personas que hacen daño”, “Claro que disuadirán a los delincuentes, porque saben los que le va a esperar”.
Y en serio, saben lo que les va a esperar. ¿Y es que acaso el que asesina constantemente a sangre fría, teme a la muerte?
El delincuente no tiene aprecio por la vida, no les interesa morir y menos les interesa que otros mueran. Son conscientes de eso desde niños. He hablado con chicos de 14 años que me han respondido ‘Si caigo, caigo. Si muero, muero pues’, dijo a El Comercio la doctora Silvia Rojas, sicóloga forense de la Policía.
Por lo tanto el miedo a la muerte no sería un elemento disuasivo a nivel psicológico. Estos delincuentes en su mayoría son psicópatas, sociópatas, violadores sistemáticos, que pierden el respeto por la vida, incluyendo la suya.
Entonces, tenemos las manifestaciones de las víctimas, de los familiares, de las autoridades policiales, de sociólogos y hasta de la autoridad máxima de la iglesia católica, que se pronunció sobre el tema, pero ¿alguno pensó que le pasaba por la mente a un condenado a muerte? En qué lugar de todo ubicamos a los Derechos Humanos.

La otra cara de la moneda

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), al que estamos adheridos tras el Pacto de San José de Costa Rica, especifica en su artículo 4 el derecho a la vida: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente…”
Desde este ángulo, esto nos haría reflexionar sobre si sería conveniente retirarnos de la CIDH. Pero tenemos países con más experiencia en esta materia, los cuales llevan décadas aplicando la pena de muerte. Quizá el más significativo sea el caso de Estados Unidos. Desde que fue reinstaurada la pena de muerte en 1977,  34 Estados de este país la han ejecutado. Tan sólo en el 2010, 39 presos fueron ejecutados, ya sea por inyección letal, silla eléctrica, cámara de gas o fusilamiento, dependiendo del Estado. De ahí, que se ubica a Texas como el Estado en que se comenten más ejecuciones.
Se podría pensar si se comenten tantas ejecuciones al año sin un porcentaje que disminuya significativamente las ejecuciones; esto no estaría disuadiendo a los criminales.
Es de Texas de donde se leen las más asombrosas anécdotas, declaraciones. Desde las últimas cenas, “extraños” procesos legales y últimas palabras antes de morir, porque recordemos no es solo matar al condenado, es un proceso minucioso el que se sigue hasta su ejecución. Todo esto se puede leer en la página de Texas Departament of criminal Justice, pero lo que más sorprende no son las confesiones de última hora, los arrepentimiento y extraños pedidos sino la abrumadora lista de personas que a escasos minutos de su última exhalación siguen aseverando su inocencia.
 "... Por favor, sé que soy inocente... Por favor, seguir luchando por mi inocencia a pesar de que yo me haya ido... Os amo. Adiós. Ok, guardián.", fueron las últimas palabras de Preston Hughes III (ejecutado 492). Y como esta muchísimas más.


Pensando un poco en los delincuentes y condenados, ellos también cuentan con derechos, así se haya comprobado el delito cometido. Estos derechos dependerán de la legislación de cada país. Pero llega un punto en la historia de nuestro país que los derechos se dejan de lado para las dos partes.


Recuerdo a uno de los padres de las niñas presuntamente violadas en Cajamarca, diciendo: “Por qué respetar los derechos humanos de los violadores si ellos no respetan los derechos humanos de las criaturas. ¡Que los maten!”


A lo largo del reportaje, recuerdo la voz entrecortada y temblorosa, pero con un ligero fondo de dulzura, de la una de las niñas (de 8 años) que fue presuntamente violada por el “monstruo de Cajabamba”, lo último que dijo fue: “Quiero que sufra, como él me hizo sufrir a mí”.

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